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La emergente poesía latinoamericana o el libro que queremos

por Gladys Mendía

El poeta es un solitario inadaptado, lobo hambriento que odia al rebaño, y si hace estragos en el redil no es por hambre, sino porque el lobo ama la libertad, y la soledad le pesa como castigo. Entonces aúlla, espanta y extiende el terror para recordarle al rebaño que existe, que la tierra gira y la vida pasa, que es peligroso dormir sin soñar, y que ahí está él como un centinela de la noche para desatar el terror y limpiar los pecados del mundo con la sangre del Cordero”.

Gonzalo Arango

En los últimos años de la escritura latinoamericana hemos visto la diversidad, hemos sido testigos de la infinidad de propuestas y estilos; además de la prolífica generación de revistas impresas y virtuales que de manera independiente de instituciones oficiales o privadas, sienten la misión de dar a conocer las escrituras emergentes. Hay algo que nos une más allá de la lengua o una historia de colonización iguales, y es una inclinación a la poesía urgente. A los versos peligrosos que hablan de la angustia, que reflexionan sobre el mismo decir, obras orgánicas, temáticas, hijas de sus circunstancias y clásicas a la vez. Poemas que en su mayoría desafían la norma, o no se corresponden con los academicismos, reglas o límites. Poemas crudos, que plantean confusión, confrontación, agitación. Poemas que son cuentos y son novelas y son entrevistas y son bitácoras de viaje, crónicas, diarios y noticias y son comics y son videos o experiencias audiovisuales…porque hasta los géneros están en cuestionamiento.

En este cruce literario, nada se define, sino que goza de multiplicidad, en sus diversas voces que son gritos desesperados de lucidez. Los escritores emergentes no están preocupados en publicar en las grandes editoriales, ya no dependen del sistema. Ellos mismos se difunden a través de medios alternativos: crean sus propias editoriales, programas en las radios, blogs, páginas web, revistas y plaquetas impresas en casa, hasta en simples fotocopias hemos leído sus textos. Los desplazamientos y formatos están abiertos, se viene gestando desde hace varios años una verdadera propuesta literaria acorde a los cambios acelerados de nuestras sociedades multiculturales y multiétnicas. No es una propuesta donde todos escriban igual, sino muy por el contrario, la aceptación de la diversidad y el intercambio de esta.

El libro que queremos ya no es necesariamente libro, nos arroja al vacío al leerlo o escucharlo, no responde a reglas impuestas, es comprometido consigo mismo, que es lo mismo que con la vida y el decir. No se posterga, es hoy y su no misión está cumplida.

En los escritores emergentes latinoamericanos hay una conciencia de creación, trabajan mancomunadamente sin importar cuán lejos vivan el uno del otro y con recursos propios, realizan encuentros donde se hospedan en sus mismas casas, recitales en diversos lugares públicos: van a las escuelas, a las plazas, al metro, están en contacto con su comunidad, ya no encerrados en los espacios académicos o de la élite literaria. Nada detiene al urgentísimo libro, el libro que queremos está siendo escrito a través de las vidas mismas de los emergentes.

La poesía latinoamericana rechaza toda forma de opresión, de censura y más aún, no se autocensura; no pide la aceptación moral ni social, es clara y directa en lo que quiere decir o en los silencios que deja.

Estos poetas realizan obras concretas por la difusión y el compartir, con nobles ideales de fraternidad, sin importar clases sociales, pertenencia é́tnica, preferencias sexuales ni credos religiosos. Es importante señalar que entre ellos se cuestionan y se hacen reflexiones críticas sobre los textos, no desde la academia sino desde la pasión. No esperan que un poeta reconocido los lea y los recomiende, ni están bajo el ala de nadie, se cobijan a sí mismos en un acto libre de hermandad.

Para leer a estos escritores, no es necesario ser intelectual; para leer a estos poetas es necesario solamente tener sangre corriendo por las venas. Ellos trabajan desde ahí y eso se siente. A través de la lengua, materia con la que percibimos el mundo, hacen versos el espíritu de nuestro momento. Hacen tinta la sociedad y la reinventan a su antojo dejándonos perplejos.

Sabemos que los poetas desde siempre han estado condenados, han sido expulsados, son seres extraños hasta para sí mismos. Tiene que ser así, es el precio. Pero lo maravilloso, es que siguen apareciendo, se reproducen como plaga, una sublime y necesaria plaga.

1 comentario en “La emergente poesía latinoamericana o el libro que queremos”

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